El destino de la corona
El destino de la corona es la segunda parte de la trilogía que Sandra Worth ha dedicado a la guerra de las dos rosas. Como bien sabéis, la primera parte que ya reseñé aquí, no me acabó de convencer. Con la secuela de aquella he cambiado bastante de opinión.
La guerra de las dos rosas ya ha terminado y Eduardo IV, en representación de los York ocupa el trono y se cree bien instalado en él. Su hermano Jorge, empeñado en demostrar la bastardía de Eduardo, busca cualquier medio para alcanzar el poder que tanto ansía y derrocar a su hermano, cueste lo que cueste. El problema es que Jorge no cuenta con toparse con la esposa de su hermano, Elizabeth Woodville, y con sus aliados. Ese será un gran contratiempo para sus intereses.
El hermano pequeño, Ricardo, quien vuelve a ser nuevamente el narrador, intentará mediar entre sus dos hermanos pero, el bueno de Ricardo, también sufrirá lo que no está escrito.
De este libro puedo decir varias cosas. La primera es que me ha gustado mucho más que el anterior. La trama me ha parecido bastante más elaborada que en la primera parte y las diferentes historias que convergen en esa novela resultan más reales. La segunda es que cuando la autora toca los temas amorosos, se vuelve más blandita, más ñoña. Yo que ella prescindiría de las escenas de alcoba en suscesivas narraciones porque realmente creo que no es lo suyo. Y la tercera es que pintando como se pinta en la novela a la reina consorte, me surge la duda de si este personaje fue realmente tan oscuro y tan malvado en la historia, conclusión, creo que acabaré leyendo la reina blanca, novela histórica que está basada en este controvertido personaje.
En resumen, esta novela representa lo que vulgarmente es denominado «nido de víboras». Una novela de intrigas palaciegas, de traiciones y de lios políticos.
A mí no me quedó más, Ascen. Ya la tenía en casa. Me alegro haberme llevado un buen sabor de boca.
Me alegro de que, a pesar de no gustarte mucho la primera parte, te hayas atrevido con la segunda. Veo que te ha merecido la pena. Yo no se si me hubiera animado.
Un beso.