«La maestra» de José Antonio Lucero, o de cómo a una maestra interina se le quitó su título de magisterio durante 30 años, habiendo trabajado solo unos meses, es la novela que traigo hoy a este pequeño rincón de la blogosfera.

Lali es una joven sevillana que, en 1936, comienza a trabajar en un pueblecito de la Sierra de Cádiz. Allí, la sorprende la Guerra Civil, arrastrándola a la vorágine de acontecimientos que marcaron esa época. Lali es una maestra diferente, de la nueva escuela, una ferviente creyente en las ideas de María Montessori, donde el cariño y el respeto mutuo son esenciales en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Su método de enseñanza, basado en las experiencias y realidades de sus alumnos, consigue unir una clase heterogénea en edades e intereses, ganándose el respeto y el cariño de todos.

La Segunda República trajo reformas que generaron una nueva generación de maestros y maestras comprometidos con una educación moderna, normal y mixta, algo impensable en aquella España. Lali absorbió estas ideas y las convirtió en la base de su enseñanza. Sin embargo, la guerra la atrapó en Alcalá del Valle, donde trabajaba, y fue arrastrada en una espiral de miedo, locura y denuncias, hasta ser depurada. Así, la vida pasó por encima de Lali, impidiéndole ejercer su vocación porque el Gobierno de la zona ocupada la consideraba una influencia negativa para el alumnado.

En los años 70, Lali da clases particulares a una niña por 200 pesetas la hora. Su marido trabaja como celador en el hospital de Sevilla y sus hijos ya han dejado el nido. Esta es la tranquila y sosegada existencia de una mujer que hizo del magisterio su vida, pero a la que se le arrebató demasiado pronto. Sus días transcurren apacibles hasta que una mujer llama a su puerta. Esa desconocida, Alba, es una joven abogada que pregunta por Juana Ochoa, una maestra que ejerció en Alcalá del Valle a finales de los años 30. Es la mujer a la que Lali sustituyó cuando comenzó a trabajar.

«La maestra» me ha parecido una novela de una belleza estremecedora, a pesar del dolor que destilan sus páginas. El amor y respeto que se le otorga a la educación en esta historia es admirable. No debemos olvidar que el autor, profesor de Historia en secundaria, comparte, sin duda, estos sentimientos. Al leer la novela, es imposible no percibir el maltrato que sufrieron los maestros durante la Guerra Civil y posteriormente, cuando fueron considerados tan peligrosos que muchos acabaron en la cárcel o fusilados. Seremos testigos de vejaciones, humillaciones y torturas, con denuncias basadas en hechos de hace tiempo o en palabras malinterpretadas; es la locura hecha realidad.

Leyendo esta novela, he reflexionado sobre cómo lo que en 1936 se consideraba pecado o estaba mal visto, hoy forma parte de nuestra vida cotidiana. Enseñanza mixta, laica y basada en experiencias, proyectos y experimentos; escuelas de padres… Esta es la escuela de hoy, y si tantos maestros depurados pudieran verlo, estarían orgullosos de lo que iniciaron.

Al leer la novela, es imposible no percibir el maltrato que sufrieron los maestros durante la Guerra Civil y posteriormente, cuando fueron considerados tan peligrosos que muchos acabaron en la cárcel o fusilados.

Me ha sorprendido la aparición de un famoso médico en la novela, quien, a pesar de ser doctor en medicina y poseer vastos conocimientos, demostraba ser un palurdo al creer en la existencia de un «gen rojo», una creencia tan absurda como la de aquellos que hoy en día piensan que la homosexualidad es una enfermedad, por poner un ejemplo.

José Antonio Lucero nos regala una novela espectacular. A unos personajes muy bien elaborados se suma un escenario magistralmente recreado. El autor ha logrado crear una atmósfera tan realista que nos permite caminar por las calles de un pueblecito español de los años 30, sentir el miedo a las denuncias, a la prisión, a la tortura y al incierto futuro. Es una recreación fascinante que hace que el lector vea la historia en su propia mente.

En resumen…

«La maestra» es un precioso homenaje a la profesión. A los que robamos cosas de nuestra casa para llevárnoslas a clase, a los que nos deprimimos cuando esperábamos ver un aprobado y encontramos un suspenso, a los que llevamos las preocupaciones del trabajo a casa, a los que a veces estamos a punto de decir basta, pero al día siguiente se nos pasa, a los que estamos hartos de la burocracia y solo queremos dedicar nuestro tiempo al alumnado. Este libro es un tributo a los maestros, a las enfermeras, a los conserjes, a los payasos, a los científicos, al agricultor, al confidente, cómplice, psicólogas, coreógrafos, organizadores, pintores y artesanos. En resumen, es un homenaje a todos los que hacen de la enseñanza su vida.

«La maestra» me ha gustado mucho, quizás porque conozco el tema de primera mano. Me ha hecho reflexionar. Sabía que muchos maestros y maestras fueron depurados durante la dictadura y la Guerra Civil, pero desconocía las terribles consecuencias que esto tuvo en algunos casos. Es una novela impactante que recomiendo a mis compañeros docentes y a los amantes de la historia.

 

 

Fuente de la imagen de José Antonio Lucero: web del autor.

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