«La mecanógrafa de Hitler», de Tessa Harris, nos transporta a la vibrante ciudad de Hamburgo en 1939, donde la joven Katja Heinz, huérfana de padre y con una madre enferma, lucha por sobrevivir en una fábrica. La historia se sumerge en la tragedia familiar de Katja, con su madre sumida en una profunda depresión desde la noche de los cristales rotos en 1933, cuando su esposo fue asesinado.

Un día, Katja se presenta a una entrevista para trabajar en la universidad. Casi sin darse cuenta, Katja es contratada, por el doctor en neurología Viktor, como su asistente personal. Su principal trabajo va a consistir en mecanografiar un cuaderno lleno de notas tomadas por el doctor cuando, hace años, atendió a un joven soldado austríaco, después de la 1ª Guerra Mundial, que sufrió una ceguera histérica durante una batalla y aún mantenía. En esas notas se describe al joven como un hombre con graves trastornos psíquicos, con ideas supremacistas de superioridad racial y otras igual de terribles y aberrantes. Katja acaba descubriendo que tras las siglas que esconden el nombre del enfermo, se esconde Adolf Hitler, quien aún no ha iniciado la guerra pero que ya estaba devastando los derechos humanos en Alemania.

Katja, consciente de la importancia de su trabajo, se encuentra en una encrucijada de secretos y peligros. Mientras tanto, en París, conocemos a Daniel Keenan, un periodista irlandés cuya participación será crucial cuando Viktor y Katja decidan llevar las transcripciones a otro país para exponer al monstruo que es Hitler.

La trama principal me ha resultado apasionante. El hecho de salvar unas notas médicas que ponían muy en duda la salud mental del hombre que se había hecho con el poder en Alemania es una jugada muy buena para escribir una novela. Con éxito garantizado, pero pronto seremos testigos de una historia de amor que va a coger tanto protagonismo que va a eclipsar a la trama principal.

Personalmente, esta historia de amor ha sido como un cubo de agua fría. Demasiada azúcar dado el marco espaciotemporal en que se sitúa la novela. Nunca entenderé la necesidad de meter, aunque sea con calzador, historias amorosas en las novelas. Lo que nos interesa, al menos a mí, es lo que sucedió en la historia, no por donde apuntaba Cupido con su arco.

El hecho de salvar unas notas médicas que ponían muy en duda la salud mental del hombre que se había hecho con el poder en Alemania es una jugada muy buena para escribir una novela.

Volviendo a los aspectos objetivos de «La mecanógrafa de Hitler», he de decir que la autora recrea con una perfección absoluta la atmósfera claustrofóbica y terrorífica que se vivía en algunos hogares de Hamburgo, el miedo a ser descubierto en cualquier lugar por la gran red de espionaje con la que contaba el dirigente nazi.

El ritmo de la narración es fluido. Cincuenta y nueve capítulos, no muy largos, que hacen que la historia se suceda con rapidez.

En líneas generales, Tessa Harris ha sabido mostrarnos el contraste del ambiente de la ciudad de Hamburgo y el de París, del miedo imperante en algunos hogares y de la desesperación en otros.

Obviando la historia de amor que, vuelvo a decir, está de más y no favorece a la novela, «La mecanógrafa de Hitler» es una novela interesante de héroes anónimos y de asesinos enmascarados. Entretenida e incómoda en muchas ocasiones. Es una novela que se deja leer muy bien y que gusta a los lectores.

En este enlace a su web tenemos un extracto para conocer mejor la obra ofrecido por Newton Compton Editores.

 

 

Fuente de la imagen de Tessa Harris: Newton Compton Editores

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