«Los muertos de Río Grande» es la más reciente novela de Santiago Mazarro, quien ya nos había sorprendido con «Senderos salvajes» (reseñada aquí) y de quien aún tengo pendiente su obra «El fuerte de la Florida». Con esta tercera novela, Mazarro demuestra una vez más su habilidad narrativa, consolidándose como uno de los autores más prometedores en el thriller histórico. En esta reseña, os trataré de transmitir todas mis impresiones para que os quede claro que Santiago sigue en pleno crecimiento literario.

La historia nos sitúa en Santa Fe, 1820. Dos jóvenes hermanas, Carlota y Dolores Pino, desaparecen tras una escapada nocturna durante las fiestas de la villa. Los últimos en verlas fueron dos hermanos de no muchas entendederas, quienes aseguran no saber nada de lo que se les acusa. Sin embargo, días más tarde, los cuerpos de las dos muchachas aparecen brutalmente mutilados en un arroyo. Este es el inicio de una trama que nos mantendrá en vilo hasta la última página.

A partir de aquí, dos personajes de lo más dispares serán los encargados de investigar estos macabros crímenes: Leandro Cuervo, un exsoldado de las guerras comanches, hombre rudo y con un pasado lleno de sombras; y Juan Orviz, un español recién llegado a Nuevo México tras haber sido «exiliado» por sus críticas a la corona. Ambos, con personalidades y estilos de vida radicalmente diferentes, deberán aprender a trabajar juntos para desentrañar este enigma. La tensión entre ellos es palpable desde el primer momento pero, poco a poco, su relación evoluciona en una interesante dinámica donde la experiencia de Cuervo se enfrenta al enfoque más académico y teórico de Orviz.

Mazarro nos transporta nuevamente a la América española, y lo hace con una maestría digna de mención. «Los muertos de Río Grande» no solo es un thriller histórico impresionante, sino también un retrato detallado de una época y un lugar en el que la ley era una utopía más que una norma. En las desoladas tierras de Nuevo México, donde las noticias de España llegan tarde (si es que llegan), cualquier cosa puede pasar. Esta desconexión de España es importante en algunos momentos de la trama, permitiendo que se desarrollen situaciones de tensión y caos que nos enervarán aún más.

Uno de los aspectos más fascinantes de la novela es cómo Mazarro combina la historia real con las leyendas locales. Figuras como «la llorona», un ente temido en la cultura popular, aportan un matiz de terror sobrenatural que intensifica el misterio. Sin embargo, tanto Cuervo como Orviz son personajes anclados en la realidad; saben que los crímenes son obra humana, aunque en ocasiones las situaciones sugieren lo contrario. Esta dualidad entre lo real y lo mítico es uno de los puntos más fuertes de la novela, manteniéndonos en la cuerda floja entre el escepticismo y la creencia en lo sobrenatural.

El recorrido de los investigadores los llevará a territorios inhóspitos, más allá de la pequeña localidad donde todo comenzó. A medida que avanzan en su búsqueda, descubren que los responsables de las atrocidades han extendido su rastro de muerte y terror por toda la región. El peligro es constante y Mazarro consigue transmitir esa sensación de inseguridad en cada paso que dan Cuervo y Orviz.

«Los muertos de Río Grande» no solo es un thriller histórico impresionante, sino también un retrato detallado de una época y un lugar en el que la ley era una utopía más que una norma.

La ambientación es, sin duda, uno de los aspectos mejores de la novela. Mazarro logra que el lector sienta el polvo en sus botas, el calor abrasador del desierto y el frío cortante de las noches en las montañas. Las descripciones detalladas y precisas de los paisajes hacen que la lectura sea casi visual. Es fácil imaginarse caminando junto a los personajes, compartiendo sus penurias y temores en esos parajes tan bien dibujados. En este aspecto, Santiago Mazarro se sitúa a la altura de los grandes autores de narrativa histórica, creando un escenario vívido y lleno de vida.

Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar a los personajes. Leandro Cuervo es, sin lugar a dudas, el alma de la novela. Su carácter taciturno, su pasado lleno de secretos y su fuerte sentido de la justicia lo convierten en un personaje inolvidable. A pesar de sus defectos, es imposible no empatizar con él y admirar su temple. Por otro lado, Juan Orviz, el asturiano forzado a dejar su hogar, aporta una perspectiva fresca y un contraste interesante con Cuervo. Su inteligencia, a veces sofocada por su inexperiencia en el terreno, lo hace un personaje entrañable y vulnerable, con el que es fácil conectar.

En resumen…

«Los muertos de Río Grande» es una novela que atrapa desde la primera página. Mazarro ha construido un thriller con una fuerza visual enorme donde la acción no da respiro y el misterio crece con cada nuevo giro. Crímenes horrendos, leyendas ancestrales, persecuciones en tierras salvajes, bandidos, indios, y una investigación que parece no tener fin… ¿Qué más se puede pedir a una novela? Este libro lo tiene todo. La prosa de Santiago es ágil, sus diálogos son precisos y efectivos, y resulta imposible parar de leer.

Si buscas una novela que te sumerja en una época lejana, con personajes memorables y una trama llena de suspense y acción, «Los muertos de Río Grande» es tu lectura ideal. No lo pienses más y déjate arrastrar por las aguas turbulentas de esta historia. Te aseguro que no te arrepentirás.

Y aquí podéis leer el primer capítulo que proporciona Ediciones Pàmies en su página web.

 

 

Fuente de la imagen de Santiago Mazarro: edicionespamies.com

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