Entrevista a David B. Gil autor de «Forjada en la tormenta»
Ante todo, muchas gracias por dedicar estos momentos a contestar unas preguntas para el blog, David.
Desde tu primera novela, «Hijos de un dios binario» hasta «Forjada en la tormenta» han pasado menos de diez años. ¿Cómo ves tu evolución en estos años?
Tengo que matizar que «Hijos del dios binario» fue mi primera novela publicada, pero es la segunda que escribí. Mi primera novela es, en realidad, «El guerrero a la sombra del cerezo», que comenzó su andadura como autopublicada antes de que Suma apostara por publicarla en papel. Y aunque sigue siendo mi novela más leída, un long seller, como dicen los editores, ahora la hubiera escrito de otra forma. Creo que nos pasa a todos los escritores: aprendemos el oficio a base de acumular horas en el teclado, de analizar lo que haces y lo que hacen otros. Con el tiempo quizás no se nos ocurran mejores historias, pero aprendemos a contarlas mejor. O, al menos, a dominar más las herramientas del oficio.
¿Cuánto hay de real en «Forjada en la tormenta» y cuanto de ficción?
Forjada en la tormenta es una historia completamente ficticia con personajes inventados, aunque alguno pueda estar más o menos inspirado en personajes históricos. Donde se encuentra la mayor carga “historicista”, lo más “real” del relato es su costumbrismo, su recreación del Japón feudal del siglo XVI, y más concretamente sus ambientes rurales, que no suelen ser protagonistas de este tipo de historias, más dadas a la épica militar y los ambientes palaciegos.
En esta novela retomas a dos personajes de «El guerrero a la sombra del cerezo», ¿tenías previsto volverles a la vida en una nueva novela o por el contrario, surgieron de imprevisto?
Lo cierto es que fue algo circunstancial. Cuando decidí que quería contar una historia de investigación en el Japón feudal, algo así como un «policiaco» (pongámosle todas las comillas que queramos) en los ambientes rurales del periodo Sengoku, reparé en que ya tenía un personaje que era un investigador caído en desgracia. Asaemon Hikura no solo es un samurái iconoclasta que rompe con la imagen estereotípica que tenemos de estos guerreros, es además un personaje divertidísimo de escribir y al que los lectores le tienen mucho cariño, así que era la elección ideal.
En «Forjada en la tormenta» vamos a conocer a dos parejas que van a llevar todo el peso de la narración, ¿puedes hablarnos de ellos?
Por un lado tenemos a nuestro peculiar investigador, Asaemon, un samurái enviado desde la capital para investigar la desaparición de cinco aldeanas (una misión que él asume como un castigo); que comparte protagonismo con Yumiko, una joven cazadora que le servirá de guía durante sus pesquisas. Son dos personajes muy diferentes, no se soportan, pero están obligados a colaborar por un objetivo común. Es la típica dinámica de buddy movie que tan bien funciona en el cine, pero que lleva siglos usándose en literatura (sin ir más lejos, en El Quijote).
Por otra parte tenemos a Nanami y Ryô, la hija de un forjador de katanas y el joven samurái que administra su aldea. Les sucede lo que a muchos jóvenes, se enamoran pese a la oposición de sus familias y las normas sociales, y sufren lo que han sufrido muchos amantes a lo largo de la historia: la cruel separación por la irrupción de la guerra.
La protagonista que forja espadas, ¿es real?
El personaje de Nanami es un personaje ficticio, pero está directamente inspirado en Kunishige Ogen, una forjadora de katanas del Periodo Edo, la única de la que se tiene constancia y de la que se conservan varias hojas grabadas con su firma. Hay poquísimos datos biográficos sobre Kunishige, pero los suficientes para poder imaginar qué tipo de mujer fue, qué fortaleza de carácter debió demostrar parar dedicarse a un oficio exclusivo de los hombres. Con esos pocos datos desarrollé la personalidad y la historia de Nanami.
Cuenta a tus lectores cómo surgió esta novela.
No era la historia que iba a contar, tenía en mente una novela de género y ambientación muy diferente. Pero con la irrupción de la pandemia, el confinamiento y todo lo que trajo consigo, me apetecía volver a un entorno que me resulta tan familiar y reconfortante como el Japón feudal, el Japón de mis anteriores novelas. Al principio pensé que sería una historia corta, pero como me suele pasar, fue creciendo hasta convertirse en una novela por derecho propio.
¿Cuáles son tus fuentes? ¿Visitas Japón con frecuencia?
Siempre estoy planificando un nuevo viaje a Japón y, cuando me es posible, visito lugares que son susceptibles de aportarme información útil y, sobre todo, de aportarme ideas e inspiración. Pero el grueso del trabajo de documentación lo hago una vez he planificado la novela, entonces es cuando sé que datos concretos he de buscar o que realidades de la época debo investigar. Y la investigación suele ser principalmente bibliográfica, aunque en ocasiones deba recurrir a amigos japoneses para que me busquen o traduzcan cosas que son inaccesibles desde aquí.
¿Tienes pensado salir del Japón feudal en tu próxima novela?
Es la idea, por una cuestión de oxígeno creativo. Ya lo hice con «Hijos del dios binario» y volveré a hacerlo. Aunque también sé que tarde o temprano volveré.
El personaje de Nanami es un personaje ficticio, pero está directamente inspirado en Kunishige Ogen, una forjadora de katanas del Periodo Edo, la única de la que se tiene constancia y de la que se conservan varias hojas grabadas con su firma.
No quiero entretenerte más así que ahora pasamos al quick test y con ello nos despedimos.
Papel, e-book, audio libro…
El que tenga más a mano. Aunque todavía estoy viendo cómo encajar bien el audiolibro a mi rutina.
Primer título que recuerdas haber leído.
Ufff, muy complicado. Lo primero que leí por mí mismo fue algún cómic de Astérix o Mortadelo, eso seguro. En cuanto a novelas, quizás «La llamada de lo salvaje», de Jack London, o «Los viajes de Marco Polo».
¿Cuál es tu libro favorito?
Imposible de decir. Sí tengo claro el que más me ha marcado: «El señor de los anillos». Lo leí con 12 años, una edad en la que tus sentidos están completamente abiertos y todo cala muy hondo.
¿Qué libro no recomendarías a nadie?
Ninguno. Por muy poco que te guste un libro, seguro que hay quien es capaz de apreciarlo y disfrutarlo. Quizás no lo recomendara a gente de mi entorno, cuyos gustos y criterio puedo conocer, pero no condenaría ningún libro al ostracismo.
¿Con qué escritor, vivo o muerto, te gustaría tomar un café?
Soy poco mitómano. A veces, cuando te gusta mucho la obra de algún autor, conocerlo en persona es un error.
¿Prestas tus libros?
Prefiero regalarlos.
¿Crees que son caros los libros en la actualidad?
Si consideras el dinero invertido por el tiempo de disfrute, no puedes decir que un libro es caro. Pero es una cuenta que se puede hacer de muchas formas diferentes.
¿Volveremos a vernos?
¡Pues claro!
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