En «Los lobos de invierno», el historiador Dan Jones continúa la historia que comenzó en su debut como novelista, «Los perros de Essex». En esa primera novela, Jones nos introdujo a un grupo de guerreros duros y decididos, que acompañan al rey Eduardo III en plena guerra de los Cien Años, enfrentando peligros y lealtades en un mundo marcado por la crudeza y las luchas de poder.

Ahora, volvemos a encontrar a esos guerreros, entre ellos Millstone, Rebbe, el Padre, el jovencísimo Romford y Loveday, su líder, junto a otros personajes que, como grupo, representan a los leales y aguerridos «perros». Bajo la obediencia y órdenes de sus señores, estos hombres comparten una lealtad aún mayor entre ellos mismos, siempre dispuestos a protegerse mutuamente y resistir los embates de una guerra que parece no tener fin.

Cuando los pocos «perros» que han sobrevivido a las campañas anteriores se preparan para regresar a casa con su paga de cuarenta días, sus planes de retorno se ven interrumpidos. Son arrastrados a Calais, donde deberán asediar y tomar la ciudad, y se verán sumergidos en una nueva aventura. A través de sus ojos, viviremos la experiencia de la vida diaria en un asedio: el establecimiento del campamento entre los ingleses, las diferencias notables entre las zonas reservadas para príncipes y nobles y las destinadas al pueblo llano (las milicias), tabernas y prostíbulos, donde abundan los vicios y la desesperación.

Jones nos sumerge en la miseria y el agotamiento de estos hombres, que luchan y sobreviven día a día. Sentimos el hartazgo de algunos soldados, su desesperación por escapar y los intentos de fuga que acaban frustrados y castigados. Estos desertores, cuando son atrapados, son enviados a trabajar en la construcción de una zanja, pensada para dificultar la huida del enemigo. Esta trinchera se convierte en un símbolo de los obstáculos y las penurias que marcan cada paso de los «perros» en la guerra.

El grupo está exhausto y desanimado y cada uno de sus integrantes arrastra sus propios fantasmas. Loveday, por ejemplo, sigue obsesionado con la imagen de su antiguo jefe y amigo, el capitán; mientras que Romford, aunque sigue siendo muy joven, encuentra nuevos problemas y placeres, apartándose de los antiguos «remedios» de botica, pero no sin pagar un alto precio. La miseria económica es otra constante: los botines que han logrado hasta ahora han sido escasos, y la desolación es evidente en los componentes del grupo.

Jones nos sumerge en la miseria y el agotamiento de estos hombres, que luchan y sobreviven día a día.

«Los lobos de invierno» es un relato descarnado sobre la guerra y las privaciones, donde el hambre y la sangre se mezclan sin tregua. Reyes y nobles conspiran para tomar decisiones que afectan no solo al enemigo, sino también a sus propias tropas, y nos daremos cuenta de que los intereses económicos están siempre un paso por delante de cualquier afán de conquista. Aquí, los piratas juegan un papel clave en la supervivencia de Calais, un dato histórico real que Jones describe en detalle y que no sorprendería ver desarrollado en alguno de sus futuros ensayos históricos.

Cada personaje se expresa a través de frases memorables, en su mayoría cargadas de blasfemias y un lenguaje vulgar, que aportan autenticidad a sus diálogos, aunque a veces resultan excesivas. Sin embargo, estas voces contribuyen a crear una atmósfera tan cruda como absorbente.

En resumen…

La novela ofrece acción ininterrumpida y una historia que te arrastra por el lodo y la desolación de la Francia medieval, mostrándonos cómo era la vida de los ejércitos en campaña. Cada capítulo abre con una cita original del siglo XIV que marca el tono de lo que está por venir, y me pregunto si los libros de donde Jones extrae estas citas están disponibles en español, pues algunos han captado mi atención.

«Los lobos de invierno» es una novela intensa y despiadada, que no concede descanso al lector. Con una prosa directa y un ambiente realista, Jones nos vuelve a sumergir en el conflicto, poniendo a prueba la resistencia y lealtad de sus personajes. Aunque la gran cantidad de personajes puede resultar abrumadora en algunos momentos, la acción continua y la profundidad de sus protagonistas consiguen mantenernos inmersos en la historia.

Definitivamente, recomiendo «Los lobos de invierno», a quienes disfruten de la novela histórica. No es necesario haber leído «Los perros de Essex» para seguir esta historia, aunque también la recomiendo, porque vale la pena adentrarse en esta saga.

 

 

Fuente de la imagen de Dan Jones: aticodeloslibros.com

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