Úbeda, capital de la novela histórica: emociones y reencuentros en el XIII Certamen Internacional
Se ha cerrado el telón de la XIII edición del Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda, y mientras la ciudad recupera su habitual calma tras unos días de frenesí cultural y literario, no puedo evitar sentir una cierta melancolía. Cada año, este evento se convierte en una cita ineludible para los amantes de la novela histórica, y siempre nos deja con la sensación de que el tiempo transcurre demasiado rápido entre presentaciones, charlas y recreaciones. Como en anteriores ediciones, Úbeda se transformó en el epicentro de un viaje al pasado, pero también en un espacio donde el presente y el futuro de la literatura se encuentran.
El Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda se ha consolidado como una de las citas más relevantes para los amantes de la historia y la literatura en España. Desde hace trece años, este evento reúne a autores, críticos y lectores apasionados por la novela histórica, convirtiendo a la ciudad de Úbeda en un auténtico punto de encuentro para el género. Durante una semana, la ciudad se transforma en un escenario donde se exploran las distintas épocas y personajes que han marcado el pasado, gracias a un programa repleto de presentaciones, recreaciones y actividades que hacen de cada edición una experiencia única. Este certamen no solo celebra la historia como tema literario, sino que también fomenta el intercambio entre creadores y lectores, uniendo a generaciones y acercando la narrativa histórica a un público cada vez más amplio.
Presentaciones llenas de emoción: Gonzalo Giner y Víctor Fernández Correas
Este año tuve el inmenso honor de presentar a dos autores a los que admiro profundamente: Gonzalo Giner y Víctor Fernández Correas. La presentación de Gonzalo Giner fue un momento emocionante, donde el autor compartió con el público las claves de su obra «La sombra de los sueños», una novela que nos transporta a una historia llena de intrigas y desafíos, y que personalmente recomiendo con gran entusiasmo. Ver cómo el público se involucraba en la conversación, planteando preguntas y compartiendo sus propias impresiones, me recordó una vez más por qué este certamen es tan especial: aquí, los lectores y los escritores se encuentran en un diálogo constante. Emocionante fue el momento en que Gonzalo nombró a una veterinaria de Úbeda que está en la actualidad trabajando en Sudáfrica, sus padres se encontraban en la sala y es que, momentos así de mágicos solo pueden encontrarse en el Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda.
Por otro lado, presentar a Víctor Fernández Correas fue una experiencia que no olvidaré. Víctor, siempre cercano y brillante en su manera de narrar, sorprendió a todos al presentarse ataviado como un soldado de los Tercios. Su indumentaria, propia de otro siglo, nos sumergió aún más en la atmósfera de su obra «Hambre de gloria». La pasión que pone en cada palabra quedó patente, y aquellos que tuvieron la suerte de asistir a su charla salieron con la certeza de haber presenciado algo único. Víctor siempre sabe cómo transportar a su audiencia a través de la historia, y en esta ocasión no fue la excepción.
Reencuentros y nuevas amistades
Este certamen no solo me permitió disfrutar de grandes presentaciones, sino que también fue la ocasión perfecta para reencontrarme con viejos amigos y escritores que, con el tiempo, se han convertido en una especie de familia literaria. Cada año, compartir momentos con autores que admiro y respeto, y que además son amigos, es una de las cosas que más valoro de este evento. Esas charlas improvisadas entre presentaciones, los saludos apresurados en los pasillos y las firmas de libros son los recuerdos que uno se lleva.
Pero esta edición también me permitió conocer a nuevos autores que llegaban por primera vez al certamen, y con los que estoy segura de que mantendré el contacto. Javier Alandes, Martín Llade, Luis Manuel López (segunda vez que iba pero, la anterior, fue el año del COVID y yo no asistí)… son solo algunos de los nombres que me llevo de esta experiencia, y con quienes compartí conversaciones enriquecedoras sobre novela histórica, su proceso creativo y, en muchos casos, sobre la pasión compartida por la narrativa que nos une. Formar parte de esta comunidad es un privilegio, y conocer a tantos talentos nuevos me llena de ilusión para futuras ediciones.
Una experiencia intensa y mágica
Si algo caracteriza al Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda es su capacidad para ofrecernos un programa lleno de actividades desde la mañana hasta la noche. Esta intensidad es una de sus grandes virtudes, aunque a veces me habría gustado tener más tiempo para asistir a todo lo que me interesaba. No conseguí todas las firmas que quería, y me perdí alguna que otra presentación, pero ese es precisamente el encanto del certamen: siempre hay algo que te llama la atención, y la cantidad de eventos es tal que resulta imposible abarcarlo todo.
El miércoles comenzó la programación con la presentación de la novela «Soy Milena de Praga» de Monika Zgustova, la cual adquirí, y el jueves, Enrique Bocanegra, a quien iba a presentar en un principio pero luego no pudo ser por horarios, y que presento su novela «Ataque a la Española» y Julio Alejandre con «La armada de Dios», al que tampoco pude asistir, pues ambos presentaron días antes de mi llegada.
Después de una deliciosa comida el viernes en Úbeda tuvimos un fin de semana repleto de grandes presentaciones: Mara Costa presentaba su primera novela «El eco de las Antillas»; Fabián Plaza, que encandiló a los asistentes con su charla y sus conocimientos de China; Yan Lespoux un francés afincado en España cuatro días a la semana y de quien me he comprado su novela «Para morir, el mundo»; Luis Manuel López Román cercano y didáctico con «Tiberio Graco. Tribuno de las legiones»; Tony Gratacós, actualmente estoy escuchando su primera novela aunque él fue para hablar de su última publicación «Todos sabrán mi nombre»; el gran José Soto Chica, con «Hasta que pueda matarte», quien conversó con sus editores de Desperta Ferro; Juanjo Braulio, un eterno pendiente; y el autor y crítico de música clásica Martín Llade y su novela «El misterio Razumovski».
Destacados especialmente para mí durante estos días fueron autores a los que tengo un especial cariño como David Yagüe que habló de su novela «La última reina Goda» y contó con la presencia en el publico de José Soto, a quien invitó a hablar ya que él tiene una novela sobre la misma protagonista; Nieves Muñoz, con su última novela «Cantigas de sangre»; o Santiago Mazarro presentando «Los muertos de Río Grande», una novela de la que disfruté mucho.
Uno de los momentos más curiosos y entrañables fue la presentación a primera hora de la mañana de «Centauros del Rif» del escritor David Gómez, quien, fiel a su simpatía y generosidad, trajo churros para compartir con los asistentes. Fue un desayuno improvisado que alegró la mañana a más de uno, y un detalle que refleja el ambiente cercano y acogedor que se respira en este certamen. Esa calidez, ese gesto, resume a la perfección lo que significa para mí este evento: una experiencia en la que, más allá de la literatura, lo humano y lo sencillo también tienen su lugar.
Durante el Certamen, no todos los autores pudieron cumplir con su participación como estaba previsto. Cruz Sánchez de Lara, lamentablemente, notificó el día de su presentación que no podría asistir debido a enfermedad; sin embargo, pocos días después, fue vista en otro evento en Madrid sin ningún tipo de precaución, lo cual generó cierta incomodidad entre quienes aguardaban su presencia en Úbeda. Por otra parte, Alfonso Goizueta llevó a cabo una presentación, guiada por el periodista David Yagüe, que fue bien recibida por el público, aunque tras firmar ejemplares, su presencia se desvaneció del certamen. Entiendo que cada autor es libre de manejar su agenda, pero, en ocasiones, un mayor compromiso con el trabajo de los organizadores y la fidelidad al público que los acompaña sería bienvenido.
Los premios: emoción y gratitud
Uno de los momentos más especiales del certamen fue, sin duda, la entrega de los premios. El Premio de novela histórica Ciudad de Úbeda 2024 fue para Ana Salamanca, por su obra «Los últimos guanches». Salamanca emocionó al público cuando, al recoger el galardón, recordó con cariño a un familiar que ya no está, lo que hizo de su discurso uno de los momentos más conmovedores de la jornada.
Por otro lado, Javier Alandes fue galardonado con el Premio Los Cerros de Úbeda 2024, que se otorga a la mejor novela publicada, por su obra «La última mirada de Goya». Alandes se mostró encantado y feliz, irradiando una energía positiva que contagió a todos los presentes. Como muestra de su alegría, al llegar a casa dos días después, nos enseñó, a sus seguidores, una foto en su perfil de Instagram, donde aparecen el diploma que acredita el premio junto a la portada tamaño póster de su premiada novela. Es un gesto simpático y lleno de humor que refleja su carácter cercano y su aprecio por este reconocimiento.
El Premio Ivanhoe, que reconoce la trayectoria y aportación al género de la novela histórica, fue otorgado a Tracy Chevalier, autora de «La maestra del vidrio». A pesar de la barrera del idioma, Chevalier se mostró muy feliz y agradecida, y celebró su cumpleaños durante el certamen, lo que hizo que la ocasión fuera aún más especial. Su cercanía y amabilidad conquistaron al público, y a lo largo de los días del certamen, pudimos ver cómo, a pesar de la diferencia de lenguas, conectaba con todos aquellos que se acercaban a ella. Un ejemplo más del espíritu cálido y acogedor que define este certamen.
El adiós que nunca es definitivo
Y así, con la entrega de premios y las últimas firmas, el XIII Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda ha llegado a su fin. Dicen que todo lo bueno termina, pero lo cierto es que, para los que hemos vivido esta edición tan de cerca, el final es solo un «hasta luego». Ya estamos contando los días para que llegue la próxima edición, soñando con las futuras presentaciones, con las nuevas obras que descubrir, y con los reencuentros que nos esperan. Mientras tanto, me llevo conmigo el recuerdo de un certamen maravilloso, de conversaciones inolvidables y de la certeza de que, en Úbeda, la historia y la literatura siempre tienen una cita especial.
Nos vemos el próximo año, con más libros, más historia y más momentos que atesorar. Mientras tanto, si queréis saber más sobre como transcurrió el certamen podéis seguir el podcast (Spotify – iVoox) y estar al día del mundo de la novela histórica hasta la siguiente edición.