Quien conoce a Simon de Monfort, sabe que es uno de los mayores villanos de la Historia, más incluso que el mismísimo Calígula. Pues bien, Simón de Monfort es el gran protagonista de «Sin alma», la última novela, hasta la fecha, de Sebastián Roa.

Cuando supe de la trama de esta novela, no me convenció demasiado. Simplemente odio al personaje principal desde que tuve mi primer contacto con su historia, cuando tuve que hacer una exposición en clase de francés sobre los cátaros. No obstante, y debido a que Sebastián es un maestro del buen escribir, no dudé en que tenía que leerla y no lo he lamentado.

Los cátaros o bonhomes, como se les llamaba en Francia, creían en la dualidad de todo: el negro frente al blanco, la mujer frente al hombre, la maldad frente a la bondad… Sin embargo, Roa hace en «Sin alma», un planteamiento muy diferente al que conocemos de Simon de Monfort. Un personaje muy gris que no es ni tan negro como lo pinta la Historia, ni tan blanco como lo consideraba la Iglesia de su época.

Simon de Monfort sale del infierno que para él ha sido estar preso en una mazmorra del desierto sirio, durante tres años. Tras «vender» su alma, vuelve a su mundo donde se enrola en el ejército que va a luchar contra la herejía cátara que se está extendiendo por el sur de Francia. Monfort piensa que es su única oportunidad para recuperar el alma que considera perdida.

¿Quién acompaña a Simon de Monfort en «Sin alma»?

Monfort es guiado por Amalarico, legado papal enviado por Roma para vencer a los herejes. Un ser oscuro y maquiavélico que veía un blasfemo, un sacrílego o un hereje en cualquier persona que osara desobedecerle o llevarle la contraria. Uno de los aspectos más interesantes de «Sin alma» es la exploración de la herejía y la religión en la Edad Media. Roa nos presenta un mundo donde la religión no es simplemente un conjunto de creencias, sino una fuerza que puede ser utilizada para justificar la violencia y la opresión. El legado papal, Amalarico, es un ejemplo de esto, ya que utiliza su posición para perseguir a los herejes y justificar cualquier acción violenta que tome en nombre de la Iglesia.

Alix, es la esposa de Monfort, quien no le guardó la ausencia a su esposo mientras este andaba por las Cruzadas en Jerusalén y que luego, sin embargo, se autoflagelaba para conseguir el perdón divino. Una mujer un tanto especial ya que comienza a tener unos sueños que el legado considera proféticos y los utiliza para conducir a Monfort a más luchas contra los cátaros.

Debo hablar también de Azalais, una noble sureña que acoge a Monfort y con el que labra una especie de amistad. Nos daremos cuenta de la fortaleza de este personaje femenino y de la intensidad de sus lealtades convirtiéndose en una china en el zapato de Monfort.

El alma de un magnífico autor

Si Roa utiliza el gris para mediar entre el blanco y el negro en esta novela, los extremos sí que son una dualidad completa: en el sur la herejía formada por personas que se consideraban buenos cristianos, alejándose de los oropeles que tenían los del norte, una iglesia oscura y asesina que luchaba de formas poco ortodoxas contra esa «herejía».

Monfort participará en los asaltos de Carcasona y Béziers, Bram o Cabaret. Roa hace un fantástico ejercicio histórico al pararse en cada uno de los sitios donde el personaje de Monfort estuvo. La obsesión de este por manifestar su cristianismo y encontrar su alma hace que no en pocas veces roce el sacrilegio y la herejía.

Sebastián Roa es, como sabéis, un asiduo de este blog. Tras una trilogía espectacular sobre la Reconquista en Hispania, se dio una vuelta por tierras de helenos y ahora ha vuelto a la época en la que siente más cómodo, la Edad Media, aunque en este caso en tierras francesas.

Que Roa tiene un trato con las musas es algo que no me cabe la menor duda porque, una vez más, se ha superado a sí mismo. «Sin alma» es una obra magnífica, una historia donde se habla de la herejía, sin embargo no aparecen los herejes, y con unos personajes anclados en la historia y marcados con un signo de maldad que pocos han podido superar.

Que Roa tiene un trato con las musas es algo que no me cabe la menor duda porque, una vez más, se ha superado a sí mismo. «Sin alma» es una obra magnífica (…)

La forma de escribir de Sebastián Roa es digna de un maestro de escritura. En «Sin alma» lo demuestra de nuevo creando una prosa deliciosa donde pasa de escenas cruelmente dolorosas al amor cortés sin despeinarse.

En resumen…

«Sin alma» es una auténtica joya de novela. Una novela escrita con alma que nos va a tener pegados a sus páginas pasándolo muy bien.

Es una novela fascinante que explora temas complejos como la religión, la guerra y la moralidad. Roa escribe con una prosa hermosa y detallada que transporta al lector a la Francia medieval y crea personajes complejos y emocionantes que se quedan con nosotros mucho después de que hayamos terminado el libro. Para cualquier amante de la historia y la ficción histórica, «Sin alma» es una obra que no debe perderse.